viernes, 29 de junio de 2012

De tuyas a mías

Hace años, hice un post donde criticaba que un famoso motorista que se había quedado paralítico hubiera hecho un libro basando su relato diciendo que quedarse paralítico era lo mejor que le había pasado en la vida, cuando yo creía que diciendo eso se engañaba a sí mismo; no fui demasiado comprensiva.

El otro día escribí un post con una idea de virtud similar para mi acción de lanzarme al tren. No dije que eso era lo mejor que me había pasado, pero casi; hablé de la parte positiva, como si aquello hubiera sido algo bueno.

Solamente querría decir que tirarse al tren es algo horroroso, que no aconsejo a nadie, y que cada vez que me duele la espalda me acuerdo y me arrepiento. Este dolor de espalda no se irá jamás. Fui una estúpida. Quizá al cabo de un tiempo desperté y me di cuenta de cosas, pero quizá me habría acabado despertándome igual al irme haciendo mayor.

Llegué a decir que no contaba las secuelas del accidente entre los peores de mis males. Quizá sí que tengo males peores, -sobre todo males psíquicos-, pero no quiero ir por el mundo diciendo que lanzarme al tren es lo mejor que me ha pasado, me parecería una imbecilidad, aunque no reniegue de la parte positiva que con el tiempo le he acabado viendo... ¡qué remedio!

jueves, 28 de junio de 2012

Barroquismo florido

Hablo de los poemas de Delmira Agustini.

Me gustaría saber cuantas veces repite las palabras “lirio”, “perla” y “espíritu”, y cuantas veces compara las gotas de sangre con rubís...

Si quien hubiera escrito estos poemas fuera un hombre... ¿no pensaríamos que es pintoresco, pero menor? (¡Un hombre jamás habría escrito unos poemas como estos!)

Me he quedado muy sorprendida por estos poemas, que se hacen un pelín repetitivos a pesar de su innegable belleza recargada y desesperado lirismo. Son un viaje por el espacio y el tiempo, a otro lugar y otra época, una época de vampiros, absenta y bohemia... - Pero me quedo con la duda de hasta qué punto conocía Delmira estos ambientes oscuros más allá de los poemas ensortijados que escribía... Parece que todo está en su cabeza.

Me ha gustado, pero con reservas. Los encuentro un pelín exagerados y cogidos por los pelos, según como. Pero bonitos si cogemos a uno singularmente.

(En este post hablo solamente de sus poemas. De su trágico final no sé nada.)

miércoles, 27 de junio de 2012

Raíles

Hoy he oído por la radio que en una estación de metro de la ciudad no pasaban trenes por causas ajenas a la voluntad de la empresa de transportes.

Una vez alguien me dijo que eso quería decir que alguien se había tirado a las vías, debajo del tren... algún suicida.

Me he acordado de cuando yo me tiré a las vías ante un tren en marcha, que me arrastró.

Jamás se me ha ocurrido pensar en la impresión que debió causar mi gesto entre las otras personas que esperaban el tren en la estación, y que vieron como me tiraba al tren... O si causé algún trauma al maquinista que no pudo parar el tren a tiempo. Egoístamente, eso no ha existido nunca para mí.

Fue el año 2007, hoy hace cinco años de aquello.

No fue enseguida, pero al  fin y al cabo, al cabo de un tiempo, aquello cambió alguna cosa en mí. Descubrí porqué soy como soy, tan friki. Con el tiempo, descubrí porque me había tirado al tren. Y saberlo me ha ayudado mucho.

Lanzarse al tren no es algo que recomiende. Pero a mí, el haberme tirado al tren me despertó. O empezó a despertarme. No lo recomiendo, pero no reniego de ello. Fue como si un sapo de hollín me hubiera dado un beso y hubiera roto el hechizo, convirtiéndome en protagonista de mi propia vida, haciendo trizas el estado de “animación suspendida” en que me he visto atrapada durante tantos años. He empezado a entender –y a recordar- muchas cosas. Pero eso solamente fue el principio...

martes, 26 de junio de 2012

Vacaciones ojeadas

Hoy en día, finales de junio del 2012, ojeo por encima de los hombros el verano que se avecina, y medito sobre qué puedo esperar de él: lectura, escritura, música enlatada, escuchar conferencias interesantes en pod-cast...

Yo no iré a ninguna parte, pero... si pudiera viajar, ¿dónde iría?

En primer lugar me gustaría ir a Recanati (en Las Marcas italianas), a ver la biblioteca de Leopardi, y su enorme cantidad de volúmenes adquiridos a carretadas. Allí donde él leyó, escribió y aprendió tanto. No sé si está abierta al público...

En segundo lugar, me gustaría ir a visitar la Schola Cantorum de Basilea, en Suiza, para pasearme por allí mientras los músicos ensayan y aprenden como tocar música barroca con los instrumentos de época. Pero no creo que dejen entrar a los curiosos a pasearse por allí...

Y, finalmente, me gustaría ir al Museo Paul Klee, que no sé si está en Berna exactamente o si se puede visitar, y hacer como los estudiantes de pintura y ser capaz de copiar un cuadro de los colgados en la pared, con todos aquellos colores y formas geométricas, algo que no creo que permitan...

Soy consciente que todo esto es hacer castillos en el aire...

Pero soy de buen conformar. No me importa quedarme en casa a leer...

lunes, 25 de junio de 2012

En la antesala

Cuando, en el año 2007 por estas fechas, me tiré al tren –el tren sólo me arrastró-, pasé un buen rato inconsciente y perdí mucha sangre de la cabeza.

Mientras estaba inconsciente, oía las voces de un chico y una chica –auxiliares de la ambulancia- que me hacían las primera curas. Por la oscuridad que me rodeaba creía que estaba debajo del tren, y como que a las primeras voces se añadieron otras, pensé: “carajo, si que hay gente debajo de este tren...”.

Una vez en el hospital, al cabo de un par de días, hablando con la enfermera, deduje que yo o había estado nunca bajo el tren, que el tren solamente me había arrastrado. Pensando un poco, reconocí aquella oscuridad con la pequeña línea de claridad al final como el famoso túnel que a veces sale en los relatos de las personas que han estado al borde de la muerte después de algún accidente y han sobrevivido, y recordé la sensación de beatitud (sensacional bienestar) que sentí mientras los escuchaba hablar de las curas, que yo que estaba inconsciente pero consciente a otro nivel atribuí a alguna medición que habrían podido darme. Que yo sepa, no me habían dado ninguna medicación, pero haría falta confirmarlo.

La antesala de la muerte es un lugar plácido, pero no puedo evitar preguntarme como será el más allá. ¿Qué hay más allá de la finísima línea de claridad?

(No os preocupéis, este año no pienso intentar nada. Pero no puedo evitar la certeza que esta es la época del año en que acostumbro a hacer alguna tontería... quizá este año la tontería es hablar de algo así en un post...)

martes, 19 de junio de 2012

Redes

(hablar de uno mismo genera satisfacción)
(somos los relatos que generamos)

(muchas personas todavía no son conscientes del peligro que comporta colgar cualquier dato personal en la red)
(debemos aprender a gestionar nuestros perfiles “públicos” como antes solamente les hacia falta hacerlo a los famosos – no nos damos cuenta que podemos convertirnos muy fácilmente en microcélebres)
(preguntémonos... ¿quien puede atesorar dos mil páginas sobre nosotros y nuestra vida virtual?)

(las redes sociales –tener un nuevo mensaje- aplacan nuestra necesidad de ser visibles, de estar conectados a algo, de tener a alguien pendiente de nosotros, por eso son adictivas)

jueves, 14 de junio de 2012

En voz baja...

Podría ser que, a veces, para redondear los posts, me tomase alguna “licencia poética”... ¡pero no os diré cuales! ¿Milongas? Licencias poéticas, pinceladas verdes, baldosas de micro-imaginación... A veces la realidad puede parecer la más increíble de las mentiras...

miércoles, 13 de junio de 2012

Recuerdo

Una novela es un problema que cada escritor resuelve a su modo.”

Eso nos lo dijo una vez la profesora de literatura del instituto.

Se quedó descansada, ¿no?

martes, 12 de junio de 2012

Hábitos de lectura

Cuando leía novelas, tenía cuatro o cinco de empezadas al mismo tiempo. Cuando hice la transición a leer libros de poesía y ensayo, y aparqué las novelas, al principio el hecho de empezar libros se me desbocó, y llegué a tener cuarenta y siete de empezados, casi cincuenta. Un día me desperté ¡y me pareció una barbaridad! ¡Que modo de engañarme a mí misma!

En un par de años (o quizá tres o cuatro), he conseguido reducirlo a diez libros empezados leídos al mismo tiempo, (muchos acabándolos, algunos dejados para más adelante...). (Y soy pefectamente consciente que tener diez libros empezados al mismo tiempo no es lo que se dice “normal” del todo.) Ahora tengo sólo diez libros empezados y dos impresiones (eso de las impresiones son revistas o textos extraídos de internet). O sea que tengo doce materiales de lectura empezados. Me ha costado reducirlo, porqué periódicamente tengo ganas de empezar un nuevo libro, como un apetito. Hubo una época en que libro nuevo que me compraba, libro nuevo que empezaba: me moría de ganas; y como que siempre he sentido la necesidad suprema de acumular libros, así fue como la cantidad de libros en proceso de lectura se me debocó sin ser consciente de ello, cuando en la época en que leía sobretod novelas acostumbraba a tener como mucho cinco de empezadas a la vez, o menos.

* * *

La sensación de ganas de empezar a leer un nuevo libro la tengo a menudo, sobre todo cuando observo el montón de los libros que estoy leyendo en aquel momento y me animo a mí misma a acabarlos.

* * *

He observado que des que no hago caso de esta sensación de empezar a leer un nuevo libro, y no empiezo tantos, no tengo necesidad de comprar tantos de nuevos, pasa más tiempo entre una vez y otra que he de ir a la fuerza a la librería. Es como si hubiera una relación de vasos comunicantes entre la necesidad de empezar a leer un nuevo libro, la necesidad de acapar libros que me hace sufrir tanto y el miedo de quedarme sin material de lectura, que es lo que me pasa en pesadillas recurrentes. Desde que he puesto el amarre a empezar a leer un nuevo libro, y he empezado a dirigir las ganas de tener uno nuevo, la necesidad de poseer libros no me agustia tanto como antes, poco a poco voy controlando mi adicción.

* * *

También me pasa otra cosa con los libros que leo: que, cuando he leído un trozo, me saturo, necesito “asumirlo”, y descansar, a veces un  día, a veces más, para volver a “querer”, para volver a tener ganas de ponerme, sobre todo si la lectura es espesa y me ha exprimido.

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Cuando me enfrento a la lectura de un nuevo texto, sobre todo si es un texto difícil, siempre hago una primera lectura ligera: se trata de “roturar” el terreno, de hacerme un mapa mental del lugar que ocupa en el mundo, una primera lectura que se tira como el primer sorbo de un catador de vinos, y en la que no me entero de gran cosa, si es que el texto es complicado. Posteriores lecturas habrán de venir a sacar una cosecha real. Dicen que los libros se debe releer, pero no todos los libros que se leen merecen ser releídos, hay que saber cribarlos.

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Llegué a tener hasta cincuenta (cuarenta y siete) libros em empezados. Me encanta empezar un nuevo libro, necesito empezar a leer un nuevo libro periódicamente.

En cambio, me cuesta acabar los libros. Cuando leía novelas me encariñaba con los persoajes y no quería que compartir aquel mundo se acabara. Acabar un libro es una separación, una renuncia. Me acerca a aquel momento anti-mítico en que podría quedarme sin material de lectura...

He de aprender a releerlos un tiempo después de haberlos acabado. Así acabarlos no será tan traumático, y sabré que la separación no es para siempre.

He de aprender a no empezar tantos, a no tener tantos en proceso de lectura, a acabarlos más rápido, y a acabar más. Des que me di cuenta, acostumbro a acabarlos todos, aunque me cueste. Me cuesta por impaciencia de empezar uno nuevo; ahora no empiezo uno si no he acabado uno.

Escoger el próximo libro a leer, decidir que será “este”, es una aventura intelectualmente estimulante en la vida de una lectora. Es aprender a apostar cada vez por un nuevo libro que no sabes si valdrá la pena de ser releído.

lunes, 11 de junio de 2012

Bits leíbles

Estos días que he pasado a la fuerza fuera de casa, he llegado a presumir ante alguien que “mi blog tiene diez lectores/as”, como si mis lectores/as fueran de mi propiedad. Como os podéis imaginar alguien ya se ha reído de ello, supongo poniendo en duda que alguien más que yo misma lea este maldito blog... Bueno, ya lo sabéis, si leéis mi blog, tened en cuenta que hay quien no se cree que existís...

Yo, de hecho, muchas veces también pienso, cuando estoy en el mundo “real”, en el que no soy especial por el hecho de tener un blog, y en que claramente mi blog no existe para los demás, que quizá este mundo virtual al que me traslada el internet y que me hace sentir realizada, quizá realmente no exista para nadie más que para mí...

“Fantasmas, de bits o de papel” me dijo alguien. Y otro alguien me dijo que la literatura es exactamente eso, no saber nada de quien lo leerá, pero de alguna manera, querer a ese alguien como  lector/a.

miércoles, 6 de junio de 2012

Consecuencias

Mi vida está presidida por esta manía persecutoria, pero eso me ha pasado desde siempre, incluso cuando era demasiado joven para que pudiera ser realmente culpable de nada. Ya en el instituto me sentía marginada por una causa que se me escapaba y sentía las burlas de los demás que se me clavaban. En la escuela también, pero no tanto: ha ido empeorando con los años.

O sea que eso me ha pasado desde casi siempre, pero siempre lo ha ido trampeando, saliendo a la calle a pesar de todo –hay días mejores que otros-, y más o menos haciéndole frente.

Pero, últimamente, estoy demasiado cansada para enfrentarme a nada. Antes salía de casa con incomodidad, pero salía, hacia lo que podía, e iba a comprar y a hacer encargos, no sin una angustia tremenda. Ahora ya no tengo energía para hacer frente a la manía persecutoria, prefiero no ir a ninguna parte y salir el mínimo. El cansancio (que segons los médicos no es nada físico), me está venciendo...


martes, 5 de junio de 2012

Manías


Estar loca no es como en las películas.

Estar loca en el mundo real (¿?) es mucho más aburrido. A veces, estar loca se reduce a notar como la gente se ríe de ti por la calle, como te desprecian, y tú no sabes porqué. Incluso hay quien te manipula se te ríe en la cara. Es jodido.

Estar loca es una simple manía persecutoria como un carrusel de feria, una sucesión de caras agrias, burlas, risotadas, gestos de desprecio... Quizá no sea gran cosa, no invita a salir a la calle tan asustado como según qué otras manías persecutorias, pero es jodido. Hace que a veces salir de casa te angustie enormenente.

Estar loca no invita a hacer demasiada vida social, precisamente, cuando te dan tanto miedo las agresiones psicológicas – que representa que solamente existen en el interior de tu cabeza,  y que te hacen reaccionar exageradamente y soltar mocos aparentemente inexplicables si no se tiene en cuenta todo el contexto-, caras de mala leche que te angustian, sobre todo cuando no sabes porqué. Y durante años y años no sabes el porqué.

Es jodido.