jueves, 24 de septiembre de 2015

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Hola queridos amigos, apreciados lectores...

Todavía no he arreglado nada definitivamente lo que se refiere a las intermitencias de mi conexión hasta hace poco más bien pasable, pero en cierta manera me medio alegro que el internet no acabe de funcionar porqué ello me proporciona una excusa perfecta para no tener que publicar...

Ya digo, volveré así que pueda, cuando el internet me funcione bien y yo tenga la tranquilidad de espíritu necesaria.

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De todos modos, estos días sin conectar el internet... ¿Cómo podíamos vivir antes, sin el internet? ¡Es para subirse por las paredes!


lunes, 14 de septiembre de 2015

Más teorías

La escritura sí que la hago toda yo, con mis propias manos, aunque con un poco de ayuda, muy estimable, de la inspiración...

Esto de la inspiración es muy suyo... se hace presente más si se escribe más... esto se llama “la inspiración del escritorio”. La inspiración, si te encuentra escribiendo, hace que se te ocurran más cosas sobre las qué escribir...

La inspiración enciende la bombilla, como una piedra lumbre proporciona la idea sobre la qué escribir, pero no es suficiente con tener la idea, hace falta plasmarla, y, a decidir el orden de las frases, aquí es donde entro yo (me parece).

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Esto de escribir es una actividad un poco bohemia... no te lo puedes plantear como un trabajo de oficina de ocho horas. Pero sentada en el escritorio tienes que estar.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Más teorías de ama de casa

Ayer dije que todas las tareas del hogar se acaban haciendo. Supongo que con ello parece que las haga todas yo, las tareas del hogar de mi casa, pero esto no es del todo así. Hay otras personas aportando su granito de arena para hacer todo este trabajo, que al final se hace. No es que lo haga yo todo.

Ser solamente ama de casa, quizá no sería una tarea agobiante como otras, porqué el grado de exigencia te lo marcas tú misma, pero se tiene que estar ahí.


sábado, 12 de septiembre de 2015

Teorías de ama de casa

En ningún caso me asusta el trabajo... con buena voluntad todo lo que se debe hacer se acaba haciendo... aunque sea poco a poco, pero se acaba haciendo...

Pero a mi ritmo...

No soporto las prisas ni las exigencias... ya sé que los hay que son adictos a la adrenalina del estrés, adictos a la presión en su trabajo, - y los hay que sufren este estrés en su trabajo sin tener demasiadas ganas- , pero este no sería mi caso, precisamente... ni en el aspecto de las tareas del hogar ni en el de la escritura...

Yo valoro mucho la calma y la tranquilidad, el organizarse, el concentrarse, las listas de lo que se debe hacer y el irlo haciendo poco a poco... Sin prisa pero sin pausa... Y todo -todo el trabajo- se acaba haciendo.


martes, 8 de septiembre de 2015

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(esto, este comentario desafortunado, me ha pasado porqué vivo demasiado encerrada en mí misma, vivo demasiado encerrada en mi mundo propio... a veces –muchas veces- no veo nada más allá de la escritura... para mí es más real un recurso poético que gente real sufriendo en algún lugar lejano... aunque me preocupe y no me guste que la gente sufra, yo continuo escribiendo mis cosas... y escribo y me reconozco culpable de desear continuar escribiendo mis cosas más que de desear cualquier otra cosa... más que de desear hacer cosas reales en el mundo real que pudieran ayudar... es muy fácil hablar y llenarse la boca con el deseo de paz en el mundo... pero el mundo real es otra cosa... y no es tan fácil... y vivir encerrada en mí misma me es mucho más fácil... )

domingo, 6 de septiembre de 2015

La amargura del mar

Hoy me he equivocado, diciendo esto que el Mediterráneo es amable. Para muchas personas que van de vacaciones, que toman el sol y se bañan en sus playas sí que seria amable.... Pero no todo el mundo tiene esta suerte, y los hay que deben jugarse la vida cruzándolo en embarcaciones precarias... Un horror que no puedo ni llegar a imaginarme...


Pido disculpas. El mar es el mar en todas partes, en los mares, en el océano, y es peligroso siempre. Y si me he olvidado por un momento de estas personas que se juegan la vida para cruzarlo, es porqué pienso que esto no debería existir, y que el mar debería ser amable y vacacional para todo el mundo. Se debería ir a estos países a ayudarlos para que no necesitaran cruzar así. Es importante ayudar a los inmigrantes, pero mucho más importante me parecería acabar con las guerras y las miserias que los empujan, y que no tuvieran que jugarse la vida convirtiéndose en inmigrantes ni en refugiados. Acabar las guerras ya.

Las buenas novelas y el mar

Me acuerdo que, una de las primeras veces que chateé por internet (¡qué tiempos aquellos en los qué no había internet), hablé con alguien que me dijo que había intentado escribir una novela, y que la quería situar en Inglaterra. Y me dijo que, una novela, para ser buena, tenía que situarse en Inglaterra. (Entonces todavía no sabía que Cervantes estaba considerado el progenitor dela brillante novelística anglosajona).

Pensé... ¿y qué debe saber esta persona, de Inglaterra? ¿y, por qué narices, pensé, una novela, para ser buena, debe situarse en Inglaterra? Y estoy segura que se trataba de alguien de aquí que no sabía ni inglés...

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Pensando en ello, recordé mis lecturas juveniles de Enid Blyton, Los Siete Secretos y Los cinco, casualmente (¿o no tan casualmente?) situados en Inglaterra.

Los secretos eran urbanitas, pero a los cinco el paisaje inglés no les era ajeno, sobre todo las cosas rocosas y el mar... Paisaje, las costas atlánticas, muy diferente a las costas mediterráneas, hasta entonces el único mar del qué sabía algo.

Allí, el mar, con toda su fuerza telúrica que en la Mediterránea parece haber estado domesticada, y aquellas mareas impertinentes como un reloj, todo aquello no se parecía nada al amable mar de aquí, y que desde entonces siempre me ha parecido muy inofensivo, como un juguete que te lame los pies, comparado con el océano de allí. Allí el mar era –es- algo muy serio. (De todos modos, esto del juguete que te lame los pies es mi experencia personal, para los immingrantes que intentan cruzarlo desesperados, este mar de juguete no tiene nada...)

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Con los años y las lecturas, me he ido encontrando estas misma costas inglesas, a veces realmente muy desangeladas, en unos cuantos libros, novelas, curiosamente situadas... en Inglaterra. Libres donde el paisaje –y este mar, y esta costa-, se nos muestra con toda su magnificencia, convirtiéndose incluso a veces en importante para el argumento.

Hace poco leí Al faro, de Virginia Woolf, de la qué ya hablé en el blog. Un día no demasiado lejano tengo en la cabeza leer Las olas, de la misma autora.

Recuerdo que P.D. James dice en su libro autobiográfico La hora de la verdad (que reconozco que dejé a medio leer), que se decidió a ponerse manos a la obra de su primera novela (decidió convertirse en novelista) mirando el mar batir las rocas en una cala inglesa expuesta al viento – si no recuerdo mal-. Ella siempre había soñado vagamente en ser novelista... y allí, contemplando aquel mar desangelado, se decidió a ponerse a ello.

Pero las novelas que quería mencionar para explicar lo que quiero decir son:

La piedra lunar (Wilkie Collins, la estoy leyendo)

Rebecca (Daphne du Maurier, la leí hace tiempo)

El regreso (Rosamunde Pilcher, también la leí)

(si no las habéis leído ya podéis ira a buscar una edición de ellas, que son muy entretenidas y hacen de muy buen leer; tienen aquello que se llama intriga)

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En estas novelas, a pesar de sus grandes diferencias, y que no tienen nada que ver unas con las otras ni en sus autores ni en su época ni en su acción, se repite el mismo cromo, podríamos decir: una casa (lo que aquí sería una casa solariega, o un caserío, que allí es una casa señorial), que tiene una costa desangelada muy cerca en la qué los protagonistas pueden llegar yendo a pie desde la casa. Parece mentira como en estos libros tan diferentes que no tienen nada que ver entre ellos se repite la misma descripción. Esto es porqué  en ellos está explicando una verdad de cómo es el paisaje de allí, como es la costa inglesa. Es la fuerza telúrica del paisaje arenoso y rocoso y ventoso de las costas inglesas.

Parece que una buena novela necesitaría de una casa solariega y de una playa adyacente... Con este paisaje impresionante y desangelado de su mar... ¿Quién dice que aquella voz no tenía razón, y que una buena novela no debe situarse en Inglaterra?

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(Lo digo sin ánimo de ser chovinista. En realidad, no estoy demasiado de acuerdo con esto de qué una buena novela deba pasar por fuerza en Inglaterra... Las mejores novelas decimonónicas (y ya sé que esta novelas de las qué os hablo no lo son todas, de decimonónicas), pues las mejores novelas decimonónicas me continúan pareciendo las escritas en francés y en ruso... pero en fin... la buena literatura debe estar por encima de las fronteras, deber ser universal... Y el mar y su fuerza telúrica es una de las cosas más universales de las qué podemos disfrutar -y sufrir- los seres humanos).


sábado, 5 de septiembre de 2015

La simpatía de las libretas

Hoy me fijaba en las libretas en las que tengo escritos, a mano, lo que en el blog llamo los “papeles del 2004”.

He pensado en cuando fui a la papelería a comprarlas. Quería diez y me llevé diez: diez libretas de papel blanco rebozando de ganas de ser llenadas.

El tendero casi no me las quiso vender, parecía enfadado, parecía como si pensara que yo nunca iba a usarlas, y parecía que le parecía un derroche que me las llevara, un engaño. ¡Y tantas!

Son las libretas con las cubiertas más feas que haya visto jamás en la vida en una libreta, son más feas y pasadas de moda que las tripas de un coche viejo, pero el papel es de muy buena calidad, y se han conservado con lo que hay escrito hasta ahora.

Siempre que me fijo en ellas, feas, pero llenas de líneas como un silo lleno de grano, pienso en aquel día en qué fui a comprarlas y el tendero aquel menospreció mi capacidad para llenarlas.


viernes, 4 de septiembre de 2015

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Se hizo mayor...

... sin miedo...

... sin odio...

... sin rencor...

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¡y esto es muy difícil!

jueves, 3 de septiembre de 2015

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La gente no escribe...

... pero charlan sin parar...

... explicando historias...


... explicando su historia...

miércoles, 2 de septiembre de 2015

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«En la edad moderna sobreviene el gran cambio: desde el romanticismo, los lectores de poemas han sido, como los poetas mismos, los solitarios y los inconformes.» La otra voz – Octavio Paz

martes, 1 de septiembre de 2015

Propósitos de comienzo

Comienza el nuevo curso, el 2015-2016, curso en qué celebraré mi cuarentavo aniversario, y el veinticincavo de escritura. (¡Y el décimo del blog!)

Según se me dice, ya no son edades de jugar a ser escritora, ya no son edades de jugar a nada. Según se me dice, los cuarenta ya son edades de haber sentado la cabeza. A este dato se añade que las muelas del juicio no me han salido, todavía... No acabo de comprender si esto va a favor o en contra del argumento este que a los cuarenta es necesario haber sentado la cabeza... ¿Puedo hacer el tonto unos cuantos años más si no me han salido las susodichas muelas, todavía? (Entendiéndose hacer el tonto unos cuantos años más por continuar escribiendo).

En el otro bando del campo, la certeza que los cuarenta son “la edad” para los escritores, la madurez; no sería demasiado inteligente dejarlo ahora que se llega a ello, precisamente.

Nunca he pensado en serio en dejar de escribir... pero escribir podría dejar de ser la prioridad de mi vida... (¿?) Sé que querer escribir por encima de todo es egoísta... ¿Es la escritura la tierra de hacer pipas que parece, o es solamente un espejismo?

Espero que a partir de hoy esta misma escritura (publicada en el blog o no) me ayude a saber qué quiero realmente.

¡Bienvenidos a la nueva temporada!